Narradoras

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Poisson, Madeleine-Angélique (1684-1770)

 

La suite des journées amusantes ... / par Madame de Gomez ; tome cinquieme ; enrichi de figures en taille-douce ; premiere partie.--  París : viuda de Charles Guillaume, 1730.

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El caso de esta escritora francesa es curioso pues es una de las pocas mujeres que, ya en el siglo XVIII, utilizaron sus escritos para salir de la pobreza. Su marido era un caballero español arruinado, pero ella siempre firmó con su apellido. Sus obras tuvieron un enorme éxito y se reeditaron en numerosas ocasiones. La que aquí mostramos está impresa por Marie-Marguerite Sauger que también utilizaba el nombre de su difunto marido y así aparecía como veuve de Guillaume.

 

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Leprince de Beaumont, Jeanne-Marie (1711-1780)

 

Cartas de Emeranza á Lucía / escritas en frances por Madama Le Prince de Beaumont ; y traducidas al castellano por D.N.D.N.-- Madrid : [s.n.], 1807 (por la viuda de Barco Lopez)

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Otro ejemplo de escritora muy prolífica que conoció el éxito en vida. Escribió más de 70 obras, principalmente cuentos para niños, el más famoso de ellos su adaptación de La bella y la bestia. Creó el modelo de cuento pedagógico. Su otra gran pasión era la enseñanza. Trabajó como institutriz en la corte de Lorena y en Londres fundó un periódico científico-literario para jóvenes y una escuela para niños.

 

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Caballero, Fernán (1796-1877)

 

Clemencia : novela de costumbres / Fernán Caballero; con prólogos de Luis de Eguilaz y José Fernández Espino.-- Madrid : Rubiños, 1855.

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Su verdadero nombre era Cecilia Böhl de Faber y Ruiz de Larrea. Se la considera la figura más importante del posromanticismo. Sus novelas son de carácter costumbrista, con tramas simples y un fin didáctico y moralizador, como esta Clemencia, llena de recuerdos autobiográficos. Su obra más conocida es La gaviota que en el siglo XIX fue la novela española más leída en el extranjero.

 

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Sand, George (1804-1876)

 

Indiana / Jorge Sand ; traducción del francés por Pedro Vances.-- Madrid : Espasa Calpe, 1923

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En el París del siglo XIX, Amantine-Aurore-Lucille Dupin, fue una figura revolucionaria que sacudió los cimientos de la constreñida sociedad de la época por su forma de vestir y por la cantidad de romances que mantuvo con hombres como Alfred de Musset o Chopin. Indiana es la primera novela que firma como George Sand, en ella, fiel a su estilo de vida, defiende el amor libre frente al matrimonio convencional.

 

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Ossiana (1823-1881)

 

La rosa del Genil : novela original / por Ossiana ; autora de Isabel ó La lucha del corazón, En el peñón, El hilo del destino, y otras obras.-- 2ª ed.-- Madrid : [s.n.], 1881 (Imprenta de Fortanet)

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Las novelas de Catalina Mcpherson Hemas, este era su verdadero nombre, empezaron a publicarse por entregas en El Heraldo, periódico que promocionaba de esta forma a autores noveles. Sus obras se caracterizan por tramas con muchas emociones y enredos y una visión moralizante de la sociedad.

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Grassi, Ángela (1826-1883)

 

La gota de agua / por Angela Grassi.-- Madrid : [s.n.], 1875 (Tipografía de Gregorio Estrada, Cª)

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Mujer con una preparación poco común para su época, llegó a licenciarse como maestra. Colaboró con numerosas revistas literarias, sobre todo con El Correo de la Moda, de la que también fue directora. Escritora de mujeres y para mujeres, sus personajes femeninos se debaten entre el papel tradicional asignado a las mujeres y una tímida reivindicación de un mayor protagonismo para ellas en la sociedad.

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Sáez de Melgar, Faustina (1834-1895)

 

Aniana ó La Quinta de Peralta / Faustina Saez de Melgar.-- 2ª ed.-- Madrid : [s.n.], 1866 (Imprenta de la Iberia, a cargo de José de Rojas)

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Escritora muy prolífica y mujer de una gran actividad cultural. Creó varias revistas dirigidas a la mujer, fundó el centro cultural Ateneo Artístico y Literario de Señoras y perteneció a la asociación masónica Las hijas del Sol. Creía que la educación era el medio por el que la mujer podía librarse de la marginación social que sufría.

El mérito de ser mujer y escritora es doble si tenemos en cuenta que, hasta bien entrado el siglo XIX, la mayoría de las mujeres no sabían leer ni escribir. Cultura equivalía a privilegio y este estaba reservado a las mujeres pertenecientes a las clases altas, e incluso estas recibían una pobre educación encaminada a formarlas en el cuidado del hogar y la familia.

A pesar de las trabas que la sociedad les ha impuesto, las mujeres siempre han demostrado una gran capacidad para crear historias y no solo de amor. Hasta el siglo XVI los casos de mujeres escritoras eran excepcionales, pero a partir del XVII estas empiezan a tener mayor visibilidad, sobre todo debido a la generalización de la imprenta y al gran desarrollo que experimentaron las novelas por entregas en diarios y revistas.

Bien es verdad que para mantenerse en un campo reservado a los hombres, muchas utilizaban seudónimos masculinos, no solo para ocultar su verdadero nombre, sino para ocultar que eran mujeres. De hecho, de esta pequeña selección  de ocho mujeres narradoras, tres de ellas, Cecilia Böhl de Faber, Amantine Aurore Lucile Dupin y  Catalina Macpherson Hemas, firmaban con seudónimo.

Otras usaban el apellido del marido, como el caso de la francesa Madeleine-Angélique Poisson, una de las autoras más prolíficas de la Ilustración, que firmaba como Madame de Gómez, pues estaba casada con un español.

Lo que es innegable es que la mujer encontró en la literatura una forma de expresión y de acceder a la cultura, aun a costa de ser desprestigiadas por la sociedad, una sociedad que  incluso utilizaba de forma despectiva el término “bachillera” para designar a las mujeres que querían estudiar.

 

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