Herederas de Gutenberg
Desde sus inicios, el mundo de la imprenta no fue un terreno vedado para la mujer. La Biblioteca de Castilla-La Mancha conserva numerosos ejemplares que así lo atestiguan, pues en sus pies de imprenta han quedado reflejados los nombres de quienes estaban al frente de los talleres que tan bella y cuidadosamente se encargaron de sacarlos a la luz.
Pero era a los hombres a quienes estaba reservada la facultad de poder abrir un negocio de esta índole, por lo que las mujeres que llegaban a él, lo hacían a través de sus padres o, sobre todo, maridos ya que, al enviudar, eran ellas quienes se ponían al frente del establecimiento tipográfico hasta unas segundas nupcias o hasta que sus hijos varones alcanzaban la mayoría de edad.
Nombres como Brígida Maldonado, Juana Millán, Francisca Gutiérrez o María Rodríguez Rivalde, todas ellas viudas de importantes impresores que trabajaron en España en el siglo XVI, figuran o se adivinan en las portadas o colofones de estos ejemplares.
Del mismo modo en el siglo XVII, una época marcada por una profunda crisis, Ana Carasa o María de Quiñones, entre otras, consiguieron sacar adelante el negocio familiar dándole continuidad, y en ocasiones engrandeciéndolo, tras el fallecimiento de sus fundadores.